LEYENDAS


De acuerdo con el maestro Guillermo Abadia: 

Leyendas: 
Son narraciones que tienen principio en recuerdos históricos o en hazañas, pero a las que se agregan fantasías y habladurías populares. No sólo refieren los sucesos reales ocurridos sino otros de dudosa veracidad o misteriosos.

LA MADRE DE AGUA

Es un ser anfibio que prefiere vivir la mayor parte del tiempo bajo el agua. Allí como una ninfa acuática, apoyada en un bastón de coral, desteje la red de su amargura. Con la mirada perdida busca a su joven amante indio, al hijo que fuera arrojado a la corriente por el abuelo español que nunca aprobó su amor por el aborigen.
Madre del río, pequeña sonámbula de los silenciosos arrecifes, además de su inclinación por la transparencia, las nubes y los pájaros, la Madre de Agua desea a los niños. Con sonidos de caracol, con mensajes de mariposa de cristal, con ramos de flores blancas que alumbran en recámaras de sílice, los atrae hasta el borde del río. Aquellos que han visto los visajes del rostro en los espejos del agua, enferman y sin poder olvidar corren al abismo en busca de los cabellos de oro y del espejismo de la cantora de ojos azules.

LA LLORONA

Entre los cafetales y los yarumos, en las noches de luna llena, se escucha el grito de la Llorona. De rostro cadavérico, cubierta de harapos pringados por la lluvia y el sol, la Llorona alguna vez fue una mujer hermosa de ojos audaces que enloquecía a los hombres de los pueblos. Ahora, desprovista de esplendor, deambula sin sosiego por las veredas, atormentada por la culpa del crimen y los delirios de una madre que cree llevar entre los brazos a un niño imposible.
Jamás cesa en su canto fúnebre; aunque, intente olvidarlo, atraída por el silencio de las cañadas, por el tejido invisible de las mariposas en el aire de los ríos. Algunas noches, incluso lo intenta, rodando las ventanas de las aldeas. Allí se detiene, perdida en el dolor y la sombra, mientras escucha las guitarras, las voces que con aroma de aguardiente y tabaco ahuyentan el alba.
Tiene cualidad de espejismo. Algunos, la han contemplado con el lamento infanticida, bella como antes del maleficio. Otros, con el rostro de calavera, los ojos ardientes, el pelo alborotado y el quejido que sacude la montaña. Cualquiera que sea la aparición, nadie desea ver a la Llorona. Basta con reconocer el olor, el grito desesperado, para saber que algo terrible se esconde en la maleza.


EL SOMBRERON

Su leyenda es tan antigua, que algunos lo consideran el espanto más viejo del departamento de Antioquia, en el noroeste de Colombia. 
Es un hombre corpulento, que se hace acompañar de dos perros negros, agarrados por gruesas cadenas, y que monta una mula, también negra. Unos dicen que el sombrero lo cubre entero; otros, que no tanto: que bajos sus alas se puede ver que tiene una calavera por cabeza.
Poco habla la leyenda de su origen o sus motivos. Lo que se "sabe" es que sus intenciones son menos macabras que la fama que lo precede. Lo suyo es poner a correr a sus "víctimas". El Sombrerón es un asustador profesional.
Fue famoso en Medellín en 1837 cuando recorría todas sus calles vestido de ruana negra, sombrero grande y montado en una mula negra. Perseguía a los borrachos y trasnochadores diciéndoles: "si te alcanzo te pongo este sombrero". Aparecía los viernes de cuaresma y cabalgaba con un par de perros encadenados. El Sombrerón fue el espanto propio de Medellín.



EL HOMBRE CAIMAN

Cuenta la historia de una persona llamada Saul Montenegro el cual le gustaba observar a las bañistas, al ver que un cientifiico habia encontrado una pocima roja que lo convertia en caima y una blanca que lo volvia a trasformar en humano, el disfruto de las pocimas por un tiempo hasta que un dia otro señor diferente al cientifco le iva entregar las pocimas blnaca para convertirlo en humano cuando el ve al caima se asusta creyendo que es uno de verdad y deja caer la pocima derramndole goitas solo en la cabeza, el cientifico murio y el qyuedo convertido siempre hombre caiman bgando sobre el rio bocas de ceniza, esta leyenda es de la  Barranquilla, aun no se sabe su paradero.


EL CURA SIN CABEZA

Dicen que se trata del alma en pena de un sacerdote que mataron porque no se dejó robar la custodia llena de hostias consagradas y que luego apareció con una sotana tan blanca que resplandecía. Muy mentado desde la época colonial, la mayoría de cronistas se referían a un cura o fraile que se aparecía a la medianoche y en el amanecer. En Medellín afirman que es el Padre Serna, fundador del convento de los Franciscanos.





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